Torres de iluminación derribadas, carpas arrasadas y las puertas donde se esconde el Bloodhound, sujetadas por camiones.

Es el panorama con el que cuenta el coche supersónico. El viento le frena, pero no solo eso, otros pequeños problemas también ralentizan el proyecto.

La pantalla del piloto deja de funcionar, el freno derecho no alcanza temperatura y la suciedad de la pista provoca daños en los bajos.

Las pruebas no paran. La velocidad alcanzada hasta ahora es de 790 km/h. Impresiona escucharlo, sorprende verlo, pero todavía queda mucho trabajo por delante.