La maratón de Doha dejó de ser una carrera para convertirse en un ejercicio más cercano al sadismo. La prueba, en la que la IAAF sabía en qué condiciones se iba a disputar, fue más bien un evento de supervivencia que uno deportivo en la que es corrió con más de 30 grados de temperatura y con una humedad cercana al 90%. El resultado, 28 atletas retiradas y el tiempo más lento en la historia de los Mundiales.

Y bastante hizo la keniana Ruth Chepngetich mientras el resto de sus compañeras hacían lo que podían para sobrevivir. Gateando para llegar a los lugares de aprovisionamiento, sufriendo con una sensación térmica cercana a los 40 grados. Chepngetich hizo un 2h:32.43 viniendo de tiempos inferiores a 2h:20, algo que sin duda nos da una idea de cómo fue la 'carrera'.

No tardaron mucho en llegar los primeros abandonos, mientras Sebastian Coe, presidente de la IAAF observaba con a buen seguro cara de preocupación. Mucho se había rumoreado con la cancelación de esta prueba, pero al final se realizó y concluyó con un ritual que, las que llegaron, repetían.

Entraban en meta, celebraban con la fuerza que aún tenían y posteriormente iban directas al suelo. Tal fue el esperpento que en el centro médico del lugar ya no cabía nadie más.

La imagen de una atleta llegando en silla de ruedas habla por si sola, y es que con una sensación térmica de 40 grados el peligro que corrieron estas atletas convirtió de la maratón de Doha en la más vergonzosa de toda la historia.

Muchas conclusiones que tomar sobre cómo pudieron dejar correr en el paseo marítimo de Doha a unas deportistas que sin duda pusieron su vida en riesgo.