Con pocas certezas pero con varias pistas, así se está desarrollando el operativo que investiga la desaparición de la esquiadora Blanca Fernández Ochoa.

La primera pista es la del coche. Los agentes dan fiabilidad a un testigo que dice que el vehículo estaba en el parking desde el pasado domingo, 25 de agosto. En el vehículo en el que solo habría 15 euros, su DNI, el carné de conducir y unas chanclas.

Otro prueba con la que trabajan es que el sábado, 24 de agosto, las cámaras de un supermercado de Pozuelo, en Madrid, grabaron a Blanca Fernández Ochoa comprando. Un empleado ha confirmado que compró queso y que pagó con efectivo.

Si bien es cierto que las cámaras captaron a la deportista, la calidad de las imágenes no permite a los agentes ver qué tipo de ropa llevaba puesta. En este sentido, su hermana ha explicado que solo echa "en falta las botas de trekking y un pantalón".

Desde ese momento, nadie más ha vuelto a ver a la esquiadora. Pero no solo se la busca en la sierra madrileña, las autoridades también trabajan en el volcado de su móvil y ordenador. Un exhaustivo análisis que revela que Blanca no reservó ni contactó con ningún hotel ni casa rural.