En la retina de todos los amantes del deporte está la imagen del atleta afroamericano Jesse Owens alzando el puño al cielo tras alzarse con cuatro oros los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 ante los ojos de Adolf Hitler.
Owens fue el pionero de un movimiento que a día de hoy se encuentra en alza gracias al compromiso de deportistas como Lewis Hamilton o Marcus Rashford.
Sin embargo, la polémica ha vuelto a saltar, esta vez en los Juegos Olímpicos de Tokio. Según el artículo 50 de la carta olímpica, el Comité Olímpico Internacional permite a los deportistas hacer reivindicaciones en silencio como puede ser arrodillarse, pero nunca en el podio.
En el caso de protestar con un metal colgado del cuello, el COI amenaza con sanciones no especificadas, hecho que le ha supuesto una lluvia de críticas a la organización.
La velocista británica Dina Asher-Smith, que competirá con opciones de medalla en los 100, 200 y el relevo 4x100, ha sido una de las deportistas que ha alzado la voz.
"Protestar y expresarse es un derecho humano fundamental. Si tuvieras que castigar a alguien por oponerse a la desigualdad racial, ¿cómo diablos se iba a hacer? ¿Cómo vas a hacer cumplir eso? ¿Le van a quitar la medalla? ¿Cómo se vería eso?", ha señalado Asher-Smith.
"Mucha gente recuerda los Juegos Olímpicos por el saludo del 'Black Power'. El COI se dispararía en el pie si de repente impide gestos así", ha añadido la velocista, que tiene en su palmarés cinco medallas mundiales y un bronce olímpico en el relevo 4x100 en los JJOO de Río.