Xavi Hernández era, sin duda, la gran atracción del Barça en el derbi ante el Espanyol. Sí, no es ya jugador, sino entrenador, pero sin duda el banquillo es lo que ahora ilusiona a la necesitada parroquia azulgrana. Era su debut, su primer partido con vaqueros, pero sin duda ante el Espanyol ya se notó lo que quiere el de Terrasa para su equipo... y que tiene mucho trabajo por delante.
Porque el Barça fue el Barça de Xavi Hernández. El Barça de la posesión. De la presión en campo rival y sobre el balón. Del toque. De vivir en terreno enemigo. Sí, el ADN Xavi. Un Xavi que estuvo muy participativo en la banda y que a buen seguro ya sabe que como entrenador se sufre más que como jugador. Y sufrió mucho a buen seguro viendo cómo el juego no se tradujo en goles y cómo el Espanyol dio hasta dos veces al palo del arco de Ter Stegen.
En su debut, primera sorpresa. Fue en el once, con el estreno con el primer equipo del joven Ilias. Su Barça, el que él más ha conocido y disfrutado, hizo suyo el 4-3-3 de la escuela holandesa. Los extremos, bien abiertos, clave. Se llamen como se llamen. Y antes que Coutinho, La Masía.
Ya fue a ver a los chavales ante el Sevilla Atlético, y en ese partido el joven se lució con dos goles. Tomó nota, y en su vital primer partido, a la titularidad junto con Memphis y con Gavi, otro chaval como Nico y como Abde.
Xavi no puede marcar los goles
Desde un primer momento se vio claro que Xavi es muy de Guardiola. Presión en campo contrario. Vivir en campo contrario. Que lo que corra sea el balón. Dos o tres toques... Sin perder, eso sí, un cierto orden en ataque y sin rifar el cuero en momento alguno. Sin embargo, los males del Barça no van a arreglarse solo con un entrenador que ilusione.
Porque sigue faltando gol. Sigue faltando un '9' o alguien que 'moje' con relativa facilidad. Sin Messi, sin Luis Suárez y sin Neymar, y sin Griezmann, hace falta alguien que marque. Lo está haciendo Memphis, pero suele ser habitual que lo haga desde los once metros.
Contra el Espanyol, pena máxima sobre él mismo y gol. Gol que se resiste y mucho. Gol que hace falta para vivir más relajado y sin sufrir. Gol que, si no está, hace que el rival, en este caso el Espanyol, se crezca y se venga cada vez más arriba con el lento paso de los minutos para quien va con ligera ventaja en el luminoso.
Tres de RdT, una de Dimata...
Así sucedió. Pudo marcar Abde, pero no. Y por ello el disparo de Raúl de Tomás con el exterior de la zurda ante Ter Stegen puso el susto en el cuerpo de los presentes en un Camp Nou que acudió a la llamada de Xavi Hernández.
Que vio también cómo golpeaba en el poste una falta espectacular de RdT ante la que el arquero alemán del Barça no podría haber llegado nunca. Sí, toque, posesión, ritmo, presión en campo rival... pero el gol sigue siendo el déficit. El mismo que sufrió, por ejemplo, Ronald Koeman. Y eso ayuda poco con ciertos desajustes defensivos que casi acaban en gol de Dimata, y en otro de Raúl de Tomás.
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Ter Stegen, amarilla por perder tiempo
Queda mucho, y para ilusionarse hace falta algo que no sea ver a Ter Stegen con amarilla por perder tiempo o a Memphis yendo a la esquina para que pasen los minutos. Sí, Xavi tiene trabajo. Mucho, muchísimo trabajo.