No siempre el mejor del partido es aquel que marca más goles. Ni tan siquiera aquel que marca. En el Atlético, en su partido contra el Barça, Joao Félix dio un recital. Y en el Real Madrid, en El Clásico, Vinicius se ha doctorado. Vinicius ha vuelto a demostrar que está en el mejor momento desde que llegó a la capital de España. Porque Vinicius fue, sencillamente, un dolor de cabeza para la ya de por sí débil defensa azulgrana.

Koeman le puso a Mingueza y a Dest en un doble lateral por más que uno actuase más como extremo. Pero no, ni con esas. El canterano del Barça tan solo pudo parar al brasileño con faltas... si es que llegaba a 'cazarle' porque no siempre podía ni tan acercarse a él.

Quedó más que retratado en una acción en la que se comió un caño del brasileño, y cada vez que encaraba tenía un problema. En el gol de Alaba, Mingueza apareció en la lejanía mientras Vinicius se daba un festival por su banda.

Koeman lo entendió. En el descanso sentó a Mingueza y puso a Dest en la derecha. Pero tampoco. El estadounidense no encontró la forma para detener a Vinicius y un error suyo en un despeje casi le cuesta más caro aún al Barça.

Fue tan solo por una leve presión del brasileño. Eso sirvió para que errara, y para que tuviera que reaccionar como buenamente pudo para evitar males mayores.

Era un puñal. Con un Real Madrid agazapado atrás, él y Rodrygo eran la clave. Le buscaban. Prácticamente todo llegó por su banda. Y cuando se marchó para dar entrada a Asensio a buen seguro lo agradeció el Barça.

Porque Vinicius encara, regatea y por fin levanta la cabeza. Por fin decide bien. Por fin parece que ha dejado de ir acelerado para comenzar a ser lo que está y estaba llamado a ser, que es uno de los grandes líderes del Real Madrid... y también del mundo del fútbol.

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