Sin mirarse, sin dirigirse la palabra. Es la fría imagen que dejaron Messi y Griezmann en el Gamper.
Capitán y nueva estrella se juntaban por primera vez, pero la distancia entre ambos se hacía evidente. Los gestos de cariño de varios jugadores con el francés chocaban con la indiferencia del argentino.
El momento clave llegaría en el cambio de Griezmann. Todo le tienden la mano, pero Messi mira hacia otro lado. Es el francés el que tiene que saludarle.
Desde ese momento, entre ellos solo hubo silencio. 15 minutos de no decirse nada. El argentino charlaba con los compañeros de detrás, pero sin dirigirse ni una vez al que tenía más cerca. Fue la imagen del partido, la imagen de una relación que parece inexistente.
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