El Hércules estuvo en Primera no hace ni diez temporadas, y además el pasado curso se quedó a las puertas de lograr subir a Segunda tras varios años en el pozo de la división de bronce del fútbol español. Esta temporada, tras 17 partidos, van antepenúltimos y su afición está con un cabreo tremendo tanto con sus jugadores como con su directiva.

Faltaba una última chispa y esta llegó en forma de nueva derrota contra el Badalona. Fue en el Rico Pérez, y más de medio millar de personas esperaban a las puertas del campo para increpar a todo el que de allí salía lo realizado en el terreno de juego.

Al grito de '¡Jugadores, mercenarios!' y '¡Directiva, dimisión!', la hinchada alicantina, la de un histórico del fútbol español que ha estado no pocos años en la élite y que representa a toda una ciudad, expresó su gran enfado.

Tal fue la situación que la Policía tuvo que entrar en acción. Las fuerzas del orden, de hecho, necesitaron de refuerzos para controlar la situación y para evitar que la cosa fuera a mayores. Jugadores y directiva tardaron una hora en poder abandonar el estadio alicantino.

La tensión fue tal que la novia de uno de los futbolistas del club dedicó una peineta a la afición del Hércules. Tan solo un par de jugadores se acercaron a hablar con sus hinchas.

La situación es crítica, y algunas decisiones de los dirigentes, con Juan Carlos Ramírez a la cabeza, no han gustado en absoluto a la afición del Hércules. La última, el hecho de que vayan a cobrar entrada a los abonados que acudan a ver la Copa del Rey.