Acaba de terminar el partido, y los jugadores del SFAX tunecino corren a por el linier. La seguridad le proteje como puede y a pesar de que en un principio le impiden salir, consiguen sacarle del campo.

Pero todavía quedan dos, el otro linier, y el colegiado. Los jugadores tunecinos están muy enfadados, pero el árbitro principal consigue escapar rodeado por una cadena humana. El otro no tuvo tanta suerte.

Los golpes le llegan por todos lados y tiene que intervenir la Policía. Las botellas vuelan y al final todo se convierte en una batalla campal entre jugadores y fuerzas de seguridad. Golpes, patadas y agresiones que dejaron una imagen lamentable del fútbol africano.