Las vitrinas del FC Barcelona Femenino albergan 28 títulos. Es uno de los equipos más laureados y más destacados del mundo y el vigente campeón de la UEFA Champions League. Pero en el vestuario azulgrana no todo es ‘color de rosa’, tal y como señala su excapitana, Vicky Losada.

En muchos entrenamientos es cierto que la gente se peleaba y después no se hablaba. No todo es tan bonito como parece, pero todas sabíamos que el equipo lo necesitaba para tener es nivel tan alto de rendimiento”, ha comentado Losada, actual jugadora del Manchester City.

A diferencia del equipo masculino, la temporada pasada fue, para el FC Barcelona femenino, uno de los mejores años de su historia. Ganaron la Liga Iberdrola, la Copa de la Reina y la Liga de Campeones, pero toda recompensa conlleva mucho sacrificio. “El Barça es muy intenso”, comenta Losada, “había meses que sólo teníamos un día libre en todo un mes”.

“Cuando no tienes vida social es muy difícil desconectar. Era un 99% mental poder afrontar todas las situaciones”, menciona la excapitana del FC Barcelona en relación a la alta carga de entrenamientos.

El objetivo de la temporada, más allá de alzar títulos nacionales, era el de “ganar la Champions”, tal y como cuenta a ARA. “Cierto que había muchas peleas y discusiones, pero a veces el conflicto es bueno”, indica Losada, que afirma “respirar hondo y reconducir a la gente” para volver al “buen camino”.

Tras el término de la pasada temporada, Losada hizo las maletas y emprendió una nueva aventura, regresó a Inglaterra, donde jugó en la temporada 2015-2016, en el Arsenal. Pero, esta vez, para vestir la elástica del Manchester City. “Mis padres me decían que qué hacía marchando: Tú tienes que quedarte en el Barça”, menciona.

“No era feliz en el Barça y tuve que marcharme”, indica Losada, que abandonó el cuadro catalán tras “cuatro o cinco meses de reflexión”. El estrés de la competición y la necesidad de competir con tus propios compañeros o compañeras está a la orden del día en el fútbol, y todo ello afectó a la excapitana. “Yo al final cuando llegaba a casa lo pasaba mal. No tenía ganas de ir a entrenar”, concluye.