Picardía, sigilo y ataque inesperado. Esa técnica fue de la que hizo uso el delantero del Ipswich Town, Macauley Bonne, para robarle el balón al portero del Shefield Wednesday.

Los visitantes ganaban el encuentro en el minuto 94, cuando ya parecía que llegaba a su fin. El Ipswich lo intentaba en esos últimos coletazos del choque con un centro lateral que acababa en las manos de Bailey Peacock-Farrell, quien se convertiría en el protagonista inesperado de la acción.

El guardameta parecía seguro y con el control del tiempo y del balón, del cual parecía que se iba a deshacer con un despeje largo sin complicaciones. Desafortunadamente para él y su equipo, nada de eso fue así.

Bonne, quien había salido del campo con la inercia de la carrera con la que intentó rematar el centro anterior, se quedó por las inmediaciones del área pequeña mientras el arquero avanzaba con el esférico en las manos. Sin que ninguno de los jugadores rivales estuviera mirando a su portero ni nadie del público que abarrotaba las gradas del Portman Road Stadium se chivara del intento de su jugador, el ariete se fue acercando sin crear sospechas.

Podría no haber sucedido nada si Peacock-Farrell hubiera lanzado el balón en el aire, pero el internacional con la selección de Irlanda del Norte lo dejó en el suelo, a lo que Bonne, quien estaba a la espera del error, aprovechó para robarle el cuero cual carterista y crear el caos.

Dos pases entre los jugadores del equipo que milita en la League One inglesa para que su compañero Conor Chaplin acabara introduciendo el balón en la red contraria para conseguir un empate in extremis y que deja una de las anécdotas del año en el mundo del fútbol.