El Bulgaria-Inglaterra, que acabó con goleada inglesa por 0-6, se vio marcado por los lamentables cánticos racistas que se produjeron desde la grada del Estadio Levski de Sofía.

Los radicales búlgaros hicieron que se parase el partido dos veces, realizando también saludos fascistas. Los jugadores y el banquillo de la selección de Inglaterra mostraron su disconformidad ante estos insultos.

A través de la megafonía, se avisó a estos ultras de que si no cesaban en sus insultos, se suspendería el partido. Lo cierto es que uno de los jugadores que fueron objetivo de estos insultos, Raheem Sterling, marcó dos goles para redimirse.

Southgate, seleccionador inglés, lamentó estar ante "una situación inaceptable". La prensa británica recoge en sus portadas estos hechos, calificándolos de "vergüenza" o de "perdedores".