"No me estaba cuidando, comía mucho. Miro las fotos y pienso: ¿cómo iba a jugar con los galácticos en esa forma? Si me hubiera cuidado mejor, hubiera tenido la madurez, tal vez habría tenido más oportunidades. Esa idea me persigue". Lo dice ahora, en una entrevista a The Guardian, Roberto Soldado a sus 34 años. El que fuera jugador del Real Madrid entre la temporada 2004 y 2006 desvela lo siguiente sobre aquella época:

"A los 17 o 18 años, a la 1 de la madrugada alguien decía "¿por qué no vamos a tomar una copa?"... y yo era el primero en prepararme para salir. El Madrid contactó a mis padres. Mi padre se tomó un permiso de dos años, vino a Madrid y estableció los límites. Luego me mudé con un amigo que ahora está aquí en Granada. Era más concienzudo. Y fue entonces cuando conocí a mi esposa, que resolvió todo", afirma. "Sabía que había ido demasiado lejos, sobrepasado el límite. Conocí a mucha gente en Madrid por salir. Ellos podían llevar esa vida porque no eran futbolistas profesionales, no tenían que jugar para el Madrid. Al final, lo entiendes: "Tú, sal si quieres, yo tengo algo más que hacer". Afortunadamente, mis padres y mi esposa estaban allí para ponerme en el camino correcto. Fue un buen trabajo", concluye.

Unas declaraciones sobre su vida privada a las que se unen otras sobre el vestuario blanco y su errónea adaptación: "Hoy peso siete kilos menos que en el Madrid. Veo fotos mías y me siento avergonzado. Yo era un niñato. Había jugadores como Figo, Zidane, Raúl, que eran súper profesionales. Pero me fijaba en otros... Seguí lo que no debería haber seguido", antes de añadir que incluso no respetaba a alguna de las grandes figuras del vestuario:

"Cada uno debe asumir la responsabilidad de sus actos, saber qué es apropiado y qué no, dónde están los límites. Salía pensando que era más grande que Beckham. No estaba mentalmente preparado; mi cabeza no estaba lista. Es difícil. Me gustaría haber tenido la oportunidad de jugar para ese Madrid al 100%. Miro hacia atrás y pienso: "Qué niñato era". Alguien debería haberme agarrado, darme una bofetada y decirme: "¿Qué estás haciendo?", relata un jugador que tan solo estuvo dos años en el club blanco y que ahora, 15 años después de esa época juega en el Granada con un claro sentimiento de culpa sobre su pasado.