Con Luka Modric no vale mirar el DNI. Con Luka Modric lo que vale es ver cómo juega. Ver cada partido. Y ver también lo mucho que le va a echar de menos el Real Madrid. Porque el croata, a sus 36 años, parece estar en su mejor momento... porque el croata siempre parece estar en su mejor momento.

Ante el Athletic, en la Supercopa de España, dio un auténtico recital de fútbol tanto con como sin balón. Porque en fútbol la gran mayoría de tiempo no se tiene el cuero en los pies. Porque tan importante es el con como el sin, y Luka sigue presionando como si tuviera 20 años.

Y dirige la orquesta con la veteranía y experiencia de un futbolista que lleva casi 20 años en la élite. Que sabe lo que hay que hacer y que, si lleva ya casi diez años en el Real Madrid es por algo.

Fue él quien abrió la lata e hizo salir de la cueva al Athletic. Fue gracias a un golazo, a un sutil toque con la diestra, con rosquita y bien dirigido. Con suavidad. Llegando de segunda línea y de primeras.

Poco pudo hacer Unai Simón ante un pase a la red desde fuera del área para que su equipo no se viera por detrás en el marcador. Para que la orquesta dirigida por Modric no empezase a gustarse y a caminar la senda hacia el título.

Cada control de Modric es elegancia. Toques, pases... todo tenía sentido. Era como si pudiera ver todo antes de que sucediera. Es como que se nota, se nota que el trío que forman Kroos, Casemiro y él mismo se conocen perfectamente y pocos mediocampos hay mejores que el que ellos conjugan.

Evidentemente, tras su partido, se llevó el MVP a mejor jugador de la final. Y un título más a su palmarés. La Supercopa de España ya es suya, y del Real Madrid.