Dani Alves está de vuelta. El brasileño, a sus 38 años, ha regresado por la puerta grande a un Barça que parece ser que, a pesar de las dudas habidas por su contratación, ha acertado con uno de sus fichajes de invierno. Ante el Granada brilló... pero se fue con solo un punto.

Fue de menos a más, superado en la primera acción ofensiva del Granada y perdiendo un balón peligroso al comienzo del envite. Sin embargo, se asentó y dio la razón a quienes pidieron su regreso a pesar de rozar casi los 40.

Ni los notó, porque jugó los 90 minutos en un encuentro en el que, además, el Barça jugó con un hombre menos por la expulsión de Gavi cuando restaban aún diez minutos de partido. A pesar del mayor esfuerzo, Alves demostró lo que muchos dicen, que la edad es tan solo un número.

En defensa, clave. El lateral tapó varias veces disparos del equipo local, como uno claro de Puertas en una clarísima ocasión nazarí. Pero no se conformó solo con defender.

Porque si en algo destacaba Alves es en ataque. Mejor dicho. Si en algo destaca Alves es en ataque. Tras una acción bien hilada del Barça, de izquierda a derecha, el balón terminó en sus botas en un punto intermedio entre la línea del centro del campo y el área. Con rosca, hizo lo que bien sabe hacer.

Suave, con la derecha, bien tocada. Así se la puso a Luuk de Jong. Así vio el desmarque del delantero neerlandés para que el punta, que ha pasado de ser objeto de mofas a clave en este tramo de temporada, la enchufara con la testa.

Al final fue veterano. Tras cuatro meses sin competir, Alves escuchó el pitido final en el verde. No pudo celebrar el triunfo, pues Puertas empató el envite cuando ya se miraba de reojo el tiempo y sin él en el campo al necesitar atención médica. Uno a uno, y victoria que se le va al Barça. Sigue fuera de puestos Champions League.