La eliminatoria de las eliminatorias vivía su segundo y último asalto en el Parque de los Príncipes, un escenario difícilmente mejorable y con un ambiente muy encendido.
El PSG se había encargado de incentivar a la grada para montar un infierno en el estadio parisino, algo que se vio desde el primer minuto. Botes de humo y bengalas hicieron que el partido adquiriese un tinte bélico, pero a los blancos no parecía preocuparles.
Zidane apostó por dejar a Kroos y Modric en el banquillo, ambos renqueantes de sus lesiones, poniendo en el terreno de juego a Lucas Vázquez, Asensio y Kovacic. En el PSG la principal novedad era Di María, que ocupaba el sitio de Neymar en el once. Estos eran los 22 elegidos y el balón echó a rodar.
El principio del encuentro, cubierto por la niebla, no tuvo el arranque frenético esperado. El PSG tenía la pelota, pero no encontraba la manera de hacer daño al Real Madrid. Es más, las ocasiones más claras las tenían los blancos aprovechando la debilidad de los parisinos en estos partidos.
Primero fue Benzema, después Ramos, después Cristiano... El Real Madrid probaba pero se encontraba con Areola. La más clara la tuvo Benzema al borde del descanso, cuando se quedó solo contra Areola en el borde del área. El portero ganó la partida, la afición del PSG contuvo la respiración, todavía se creía en el pase a cuartos.
Di María era el más activo de los parisinos, ayudando a defender, a crear juego, a llegar al área... Hacía de todo el argentino, pero sin demasiado tino. La más clara llegó en las botas de Mbappé, que en lugar de pasarle a Cavani que estaba solo para rematar, decidió rematar en un disparo que detuvo Keylor Navas.
Con estas dos ocasiones se llegó al descanso, con mucha intensidad pero con mucho miedo al error, sobre todo por parte del PSG. Los blancos se sentían cómodos, sólidos con la idea que tenían de partido y con la seguridad de que el gol llegaría en un momento u otro.
Fue volver del túnel del vestuarios y las bengalas volvieron, teniéndose que parar el partido y obligando a Thiago Silva a pedir a sus aficionados que dejasen de llenar de humo el estadio. En esos cinco minutos, se le acabó de ir la eliminatoria al PSG.
Fue en dos cabezazos de Cristiano Ronaldo. El primero no entró, el segundo, después de una gran jugada de Lucas Vázquez y Asensio, sí que acabó dentro. La centró el gallego medida a la cabeza del portugués, que se sostuvo en el aire para rematar la eliminatoria.
Ese gol noqueó al PSG, que veía cómo era incapaz de hacer daño al campeón de Europa. Pese a las arremetidas, le faltó alma al equipo de Emery, que volvía a sucumbir ante la solidez blanca.
Los minutos pasaban a favor del Real Madrid, que se sentía abismalmente cómodo en el césped del Parque de los Príncipes. El ambiente no ardía, la niebla no impedía la visión, todo era aliado en una gran noche.
Hasta Verratti acabó expulsado por sus protestas ante la desesperación. Con 10 y con la tarea de meterle cuatro goles al Real Madrid, el PSG se remitió a cubrir el expediente para caer de la manera más noble posible.
Y ese corazón es el de Cavani, que aprovechó una serie de rebotes en el área para hacer un gol de puro '9'. Un espejismo ante la realidad que los blancos se encargaron de volver a apagar con un tanto de Casemiro.
Su disparo rebotó en la defensa parisina y se coló en la portería, dejando el partido y la eliminatoria vistos para sentencia. Sólo quedaba esperar, que los minutos pasasen y... final del partido. Los cuartos eran, de nuevo, una realidad para los blancos.
Exhibición de experiencia del Real Madrid ante el proyecto multimillonario del PSG. Muchas veces, el dinero no da la felicidad, ni mucho menos el corazón de un campeón al que le encanta que le den por muerto antes de tiempo.
El rey de Europa sigue vivo y ya está a cinco partidos de agrandar su leyenda un poco más. Está a cinco partidos de intentar ser campeón de Europa por tercera vez consecutiva.
Tribunales
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