Bochorno y vergüenza absoluta en Portugal. Todo por un partido que jamás debió jugarse, un partido que tuvo como protagonistas al Belenenses y al Benfica. El equipo local, diezmado por el COVID, se presentó al campo con nueve jugadores ante la negativa de su Liga de atrasar el partido.
Así empezó el partido, con nueve contra once y sabiendo que de los nueve que tenía en el verde el Belenenses eran o bien del filial... o porteros. Dos de los titulares eran arqueros, y uno de ellos actuó en la defensa.
Antes de los 30 segundos, el Belenenses se marcó en propia puerta por medio de Kau, y el Benfica tuvo piedad cero de su rival.
Al descanso, 0-7. Doblete de Seferovic, 'hat trick' de Darwin Núñez, otro gol de Weigl... y el Belenenses se hartó.
Al regreso de vestuarios, dos jugadores se quedaron en la caseta. La idea, teniendo a siete jugadores en el verde, era clara.
La de o bien fingir una lesión o bien forzar una tarjeta roja para que se decretase cuanto antes el final del partido.
Así fue. Joao Monteiro, en cuanto se reanudó el partido, se tiró al suelo y el encuentro tuvo que suspenderse.
Pero el partido, el partido que nunca debió ni siquiera empezarse a jugar, ya forma parte de las historias mas vergonzosas del fútbol de Portugal y del mundo entero.
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