Los dos tantos de Rodrygo Goes en apenas noventa segundos cuando ya se había consumido el tiempo reglamentario no dejaron indiferente a nadie. El Real Madrid tiró de 'ADN' cuando la esperanza parecía perdida y mandó la semifinal a la prórroga.

Ya en los 30 minutos añadidos, con la moral del conjunto de Carlo Ancelotti por las nubes, con una afición volcada y con las piernas del Manchester City tiritando, Karim Benzema consumó la épica con un tanto desde los once metros.

El rostro del madridismo era de éxtasis y júbilo, pero el sentir de la hinchada 'cityzen' se vio reflejado en Pep Guardiola.

Después de la remontada, el técnico catalán se quedó perplejo, desolado y abatido. Sentado en el banquillo con el estadio ya vacío, Guardiola miraba a Ancelotti en una televisión con cara de no terminar aún de creérselo.

En rueda de prensa, como es costumbre, fue claro: "Sí, ha sido una eliminación cruel. Estuvimos cerca de lograr el pase, pero al final no pudimos alcanzarlo".

Sacó pecho por el juego de su equipo: "Cuando mejor teníamos el juego, sobre todo al final, pues... Hemos tenido el 2-0 y no teníamos ni que perder el tiempo porque teníamos el juego controlado".

"Lo teníamos todo controlado pero ellos metieron mucha gente arriba con Militao, Asensio, Rodrygo y han encontrado ya dos goles. Por mi experiencia en este campo sabía que no estaba hecho, por su historia y porque ya habíamos jugado aquí", añadió.

"Al final ellos metieron muchos jugadores en el área y, con centros, hicieron dos goles. No sufrimos mucho pero no jugamos lo mejor posible. Eso es normal. Es una semifinal y los jugadores pueden sentir la presión. Tenemos que aceptarlo", zanjó.

Con esta ya son nueve eliminaciones consecutivas en la Champions League. Lejos quedan las dos 'orejonas' alzadas con el FC Barcelona en 2009 y 2011 para un técnico del calibre de Pep.