Tener a Luka Modric en tu equipo es garantía de muchas, muchísimas cosas. Da igual la edad que tenga. Porque Luka mejora con los años. Ante el Celta, en la segunda victoria del Real Madrid en LaLiga, un gol y una asistencia. Culpable del triunfo de los blancos en Balaídos.

Fue la noche de las manos. Y los penaltis. El colegiado señaló dos en la primera mitad. Los dos eran, por cierto. Primero Karim Benzema adelantó al Real Madrid y posteriormente Iago Aspas igualaba el encuentro.

Con tablas en el marcador apareció Modric. Un jugadón en la frontal, dejando en el suelo a un rival. Y un disparo perfecto que se coló por la escuadra izquierda. No pasan los años por el centrocampista croata.

Una primera parte en la que Tchouameni demostró que el sustituto ideal para Casemiro. La recuperación es su especialidad. Lo demostró en el eje del centro del campo. Junto a Camavinga y el goleador Modric brilló el joven francés.

Mientras el Celta protestaba una posible mano de Militao, ésta claramente involuntaria, Modric volvió a hacer magia y encontró a Vinicius en solitario. El brasileño regateó al portero y definió a placer. El tercero de los de Ancelotti.

El festival no se detuvo. De nuevo a la contra. Transición ofensiva perfecta que inició una carrera potentísima de Tchouameni. De Vinicius, por la izquierda, a un Fede Valverde que definió de primeras. Era el cuarto y el gol que sentenciaba de manera definitiva el encuentro.

Todavía hubo tiempo para que Eden Hazard se uniera a la fiesta, pero erró el penalti ante el guardameta Marchesín. No aprovechó el belga que Benzema le cediera el lanzamiento.