Era uno de esos partidos que induce al engaño. 0-1 en la ida, eliminatoria por decidir en campo propio, un rival a priori inferior... pero una densa lista de bajas. Así se encontraba en el Real Madrid de cara a la vuelta del partido de octavos de final de la Champions League frente a la Atalanta.

Sin Casemiro en el eje de Zidane en el centro del campo para equilibrar la vocación ofensiva del equipo, Luka Modric se situó en el pivote, con Kroos y Valverde en los interiores, para dirigir la sala de máquinas del navío blanco.

El croata, a sus 35 años (serán 36 en septiembre), parece no acusar el paso de las temporadas. Frente al cuadro de Bérgamo, Modric ha dado una auténtica exhibición de la labor que debe ejecutar un centrocampista: despliegue físico, salida aseada del esférico, apoyo defensivo y llegada desde segunda línea.

El conjunto de Gian Piero Gasperini saltó al verde del Alfredo Di Stéfano lanzado a por el gol, presionando al Real Madrid y obligándole a estar más pendiente de no cometer errores que de encarrilar la victoria.

Sin embargo, cuando la Atalanta cometió el único error del partido hasta el momento pasada la media hora de encuentro, ahí estaba Modric, con su innata astucia, para hacer útil el fallo de Sportiello en la salida de balón para servir en bandeja a Benzema el primer gol del partido.

Con 2-0 en el global la eliminatoria quedaba enfilada, pero no sentenciada. Vinicius, el otro hombre del partido, sacó a relucir su efervescencia en banda para provocar un penalti que no erró Sergio Ramos.

Un golazo de Muriel dio fe a la Atalanta en los últimos diez minutos de encuentro, pero nada más saltar al terreno de juego, Marco Asensio cortó en seco la mala racha anotadora que viene arrastrando esta temporada para dejar la eliminatoria en mejor vida.

Los de Zinedine Zidane ya miran a los cuartos de final, pero si este martes un jugador se ha hecho gigante sobre el resto ha sido Luka Modric. Como la de Sansón, su melena es la única explicación para entender su estado físico. Casi 36 años y otros 90 minutos a su espalda. Como el buen vino...