Hay vida extraterrestre en la Tierra. Es la única explicación para entender cómo Lionel Messi hace lo que hace. Porque solo él es capaz de hacerlo. Porque los demás, a su lado, no parecen hacer lo mismo o poder hacerlo en un momento dado. El argentino se dio una fiesta ante el Mallorca. Se la dio antes, durante y después de destrozar a los baleares con un 'hat trick'. Con otro 'hat trick'.

Porque él, el mejor jugador del mundo, es de esos elegidos. Algunos, todos los demás, quizá tan solo tuvieran como fija la celebración de su sexto, repito, sexto Balón de Oro. Él, mago como ningún otro, sabía que la auténtica fiesta era la de después. La que se iba a producir en cuanto el cuero echase a rodar por el verde del Camp Nou.

Estaba en su salsa. Algo cabreado por a saber quién tuvo la ingeniosa idea de motivar más al capitán del Barça. Primero marcó Griezmann, a pase por cierto de Ter Stegen. Luego ya le tocó a él. Dos goles seguidos, como debe ser. El primero, de lo mejor de la jornada. Porque si Messi hace algo es a lo grande.

Cogió el balón a una distancia considerable, pero desde cualquier lado es capaz de marcar. No necesitó ni regatear. Le dejaron girarse y fue suficiente. Zurdazo y hasta luego. Porque luego llegaría el 3-1. Fue con una de esas jugadas que tanto le gustan. De las que todos saben que hace pero que nadie es capaz de parar. Desde la frontal, para dentro.

Estaba disfrutando, algo que quizá el Mallorca no estuviera haciendo viendo que frente a ellos tenían a algo más que a un futbolista. Para terminar de redondear la noche, cerró la goleada en el festival con otro tiro fuerte y seco desde dentro del área. Era el quinto, tres con su firma.

Otros quizá ya vieran mucho camino hecho con seis Balones de Oro, el que más en la historia del fútbol logrando un hito impensable para los que vimos cómo era todo antes de su llegada. Sin embargo, Messi quiere más. Quiere el séptimo. Quiere volver a compartir otro título personal con el Camp Nou.

Está por ver el futuro, pero con partidos así, con ese acierto y con ese genio que tiene que hace que no pasen años para él este Barça puede hacer cualquier cosa. La Champions es el objetivo pendiente. Así, ni Roma ni Anfield serán problema.