Qué bonita es la vida con Robert Lewandowski. Eso deben pensar Joan Laporta, Xavi Hernández y toda la parroquia blaugrana, que desde la salida de Leo Messi carecía de un ídolo al que encomendarse cada fin de semana.

El polaco es experiencia, carisma y gol, mucho gol, pero también aporta al dibujo del técnico de Terrassa la capacidad de fijar centrales, descargar de espaldas y bajar a tocar balón.

Frente al Valladolid, el ex del Bayern volvió a demostrar por qué la cúpula culé se cerró en banda con su fichaje y, con cuatro goles en tres partidos, ya ha quedado claro que es un seguro de cara a puerta.

Doblete ante los vallisoletanos, uno en cada parte y a cada cual de más bella factura. El segundo, de tacón y sin mirar, una obra de arte que bien le valió la ovación de un Camp Nou entregado a su nuevo ídolo.

Apenas lleva un mes en la Ciudad Condal, pero su buena relación con Dembélé, Raphinha y Pedri -que marcó el segundo- es una realidad.

Con Koundé inscrito y como titular, y con Robert en la punta de ataque haciendo lo que mejor sabe hacer, Xavi ya tiene unos sólidos cimientos sobre los que edificar su Barça.

Queda por saber qué pasará con De Jong. Queda por saber si vendrá algún lateral derecho. Pero lo que ya se sabe es que este equipo va en clara línea ascendente.