El partido entre Hungría e Inglaterra de clasificación para el mundial de Catar 2022 se convirtió en un auténtico bochorno. Los ultras húngaros gritaron insultos racistas a Raheem Sterling, futbolista inglés. Y no fue lo único.

Cuando anotó su gol en el fondo de los aficionados más radicales, todo tipo de objetos cayeron al césped. Entre ellos un vaso del que Jack Grealish llegó a beber mirando a la grada. Además, uno de esos radicales saltó al campo y fue reducido por el personal de seguridad.

Todo comenzó cuando los jugadores de Inglaterra se arrodillaron en el comienzo del partido en un gesto contra el racismo. Los abucheos de todo el estadio fueron ensordecedores y posteriormente llegaron los gritos racistas.

La UEFA ya está investigando lo ocurrido. No es la primera vez que el organismo sanciona a Hungría. Durante la Eurocopa se castigó a la Federación con 100.000 euros y tres partidos a puerta cerrada por episodios de discriminación.

El partido terminó con un contundente 0-4 a favor de Inglaterra. Sin embargo, lamentablemente el fútbol no fue noticia de nuevo en Hungría, donde ya se está convirtiendo en habitual los comportamientos racistas en las gradas.

Comunicado de la FIFA

"La FIFA rechaza enérgicamente cualquier forma de racismo y violencia y tiene una postura muy clara de tolerancia cero para este tipo de comportamiento en el fútbol. La FIFA tomará las medidas adecuadas tan pronto como reciba los informes de los partidos sobre el partido Hungría-Inglaterra de ayer.

Con respecto a la anterior sanción de la UEFA contra Hungría, hay que tener en cuenta que, según lo especificado por la UEFA en ese momento, esta sanción se cumplirá en las competiciones de la UEFA".