Han pasado seis años. Salvador Cabañas recibió un disparo a bocajarro hace seis años en el baño de una discoteca de México. El disparo de un narcotraficante que le puso más cerca de la muerte que de la vida.

Hoy lo puede contar, contar que perdona a quien le quiso matar. Y eso que fue un disparo que le ha dejado sin fútbol, sin aquella vida de estrella, y sin sus seres más queridos.

Sobrevivió a siete días en coma gracias al apoyo de los aficionados. Porque la bala aún perdura en su cabeza junto a una cicatriz, una cicatriz del día que cambió la vida de Salvador Cabañas.