En diez minutos. Así se va a resumir el partido del Barça ante el Celta. El partido que han hecho los de Xavi. Porque son los minutos que importan. Los que pasaron del 0-2 al 3-2. Los que hicieron que los azulgranas pasaran de la decepción, de una derrota inesperada, a la alegría por una victoria con remontada. Sí, así se va a resumir lo visto y vivido en el Lluis Companys.

Porque es lo que cuenta. Porque es lo que hace que lo sucedido en los 80 minutos anteriores no sirva de nada. Porque en más o menos una décima parte de encuentro el Barça solucionó el lío en el que se había metido. Lo hizo con Lewandowski. Lo hizo con los Joaos.

Con Félix y con Cancelo. Con los dos portugueses. Con los últimos en llegar a la disciplina de Xavi. Porque sin ellos esto no habría sucedido. Porque se unieron a la fiesta de Robert, y aun con el doblete del polaco son los lusos la, de nuevo, gran noticia del Barça.

Joao Félix, magia en el 1-2

El 1-2, el gol que lo empezó todo, fue gracias a Joao Félix. El 14, del que pocas o ninguna duda hay ni había de su calidad, le puso a Lewandowski un balón excelso. Por encima de la defensa del Celta. Un caramelo. Un envío cargado de magia. El '9', como no podía ni debía ser de otra manera, lo convirtió en gol.

El empate, con Cancelo. Tremendo puñal es el ex del City. Entró cual cuchillo en mantequilla para poner el cuero en el corazón del área. Lewandowski, completamente solo, a la red.

Cancelo, como cuchillo en mantequilla

Lo siguiente ya estaba claro. Quedaban cinco minutos. El Celta, descabezado. Sin orden. Sin concierto. Sin confianza. Rendido a la velocidad y a la verticalidad de un Barça que tiró de heroíca. Y sí, ahí de nuevo Joao Cancelo hizo lo que mejor sabe.

La pidió en un centro que no pudo ser mejor. De primeras, y en un escorzo, batió a Iván Cuellar. En menos de diez minutos, del 81 al 89, el Barça había remontado.

Pero antes...

El Barça puede olvidar, aunque no deba, lo que sucedió antes. Porque el Celta les dio un repaso hasta que de repente se derrumbó. Los de Benítez supieron cómo defender y sobre todo cómo atacar a los cules. Al espacio. Corriendo. Siempre hacia adelante. Encontrando los agujeros, múltiples agujeros, en la zaga azulgrana.

Así llegaron los goles, de Larsen y de Douvikas. Y así pudieron llegar a saber cuántos más, porque los de Benítez perdonaron tanto que al final, y a pesar de ir 0-2 en el 81, terminaron por pagarlo.

Tres puntos más y una remontada para recordar, y para dejar de lado una imagen más que cuestionable durante 80 minutos en los que el Barça fue manejado como el Celta quiso. Pero al final pasó lo que pasó... y el final es lo que cuenta.