Pasaban dos minutos del tiempo reglamentario en San Siro cuando el colegiado bergamasco Doménico Messina señalaba falta en la frontal del área a favor del Milan.

Eran los cuartos de final de la Copa Italia y la poderosa Lazio de Hernán Crespo, Mendieta, Baggio, Stankovic o Mihajlovic defendía un empate a uno valiosísimo para el partido de vuelta en el Olímpico de Roma.

Alrededor del balón Serginho, Rui Costa y Demetrio Albertini. El capitán rossonero pisaba la pelota, mientras Rui Costa y Serginho se peleaban por lanzar. Pero Albertini torció el gesto y, a empujones, mandó callar a los dos. Se dio la vuelta y le gritó a Javi Moreno, que estaba a diez metros, sobre el círculo central.

Brazos en jarra y mirada perdida en el infinito, Javi tardó unos segundos en entender que la cosa iba con él. ¡Javi, Javi, vieni, vieni cazzo!, le gritaba Albertini. Y Javi le dijo: "¿yo?". Y Albertini le hizo una seña acompañada de un "vai tú", que en español significa "vas tu".

Javi hizo los diez metros más rápidos de su vida, hasta que Albertini soltó la pelota para dejarla mansa justo al paso del delantero valenciano. El pelotazo pegó en el portugués Fernando Couto, que se adelantó a la barrera viendo venir el obús, pero desvió la pelota, que cogió efecto y entró por la derecha de Marchegiani. Era el 10 de enero de 2002. Una noche gélida en la capital de Lombardía que calentó un español de Silla.

Ese futbolista al que Albertini dio galones en San Siro estuvo a punto de dejar el fútbol años atrás, cuando salió de la cantera del Barça. Era muy joven y su primer destino profesional fue un Córdoba convulso que le abrió la puerta de salida a los cinco meses de llegar.

Estaba a punto de dejarlo todo, pero Antonio Alfaro, su representante y hombre de confianza por aquel entonces, le insistió en que tenía que seguir jugando. Y se reenganchó en el modesto Yeclano. Esa insistencia le cambió la vida y terminó haciendo al futbolista y a la persona.

En cuatro meses ya lo había fichado el Alavés. Ascendió a Primera y fue cedido al Numancia, donde también ascendió a la máxima categoría rozando los 20 goles. Volvió a Vitoria para dar el salto definitivo, y en su segunda temporada rompió. Hizo pódium en el pichichi de la Liga con 22 tantos, detrás de los 24 de Raúl y los 23 de Rivaldo. Fue convocado por José Antonio Camacho para la selección española y encontró una ventana internacional en un marco incomparable: la icónica final de la Copa de la UEFA ante el Liverpool en el Westfalenstadion, donde marcó 2 goles.

Todos los equipos de primera línea europea le querían, pero el más rápido en llamar fue Silvio Berlusconi, que mandó a Vitoria a su hombre de confianza, Adriano Galliani, para tratar de convencerlo ante las múltiples ofertas que llegaban. El Milan pagó 1.500 millones de las antiguas pesetas y se lo llevó a Italia. Lo demás, ya es conocido. Milan, Atlético de Madrid, Bolton, Zaragoza (donde levantó una Supercopa con gol incluido) y vuelta a Córdoba, ciudad a la que siempre quiso volver para quitarse esa espinita de sus comienzos. Y lo hizo. Bajó dos categorías para terminar siendo protagonista de otro ascenso en la ciudad andaluza justo antes de la retirada.

Celebración del ascenso del Tarazona

El carácter forjado en el campo, la personalidad, la experiencia y el liderazgo se lo ha llevado también a los banquillos. Sorprende que un tipo que llegó tan alto sea tan humilde, tan cercano y no le importe lo más mínimo empezar a entrenar en lo más profundo del fútbol, casi poniendo dinero. "Quiero aprender, quiero formarme", ha repetido. En ese proceso ya ha conseguido un éxito impensable, ascendiendo hace unos días a la SD Tarazona, localidad de apenas 10.000 habitantes, a Primera RFEF. Será la ciudad más pequeña de la Liga, y competirá con históricos como el Deportivo de la Coruña, el Málaga o el Córdoba CF. Allí ya le quieren poner su nombre al estadio.

Charla de Javi Moreno

Quizá podamos establecer paralelismos o estemos dando un salto en el tiempo. Porque parece que hay mucho de lo que pasó con el Javi Moreno jugador ahora como entrenador. Siempre tuvo esa intuición de llegar desde muy atrás para crecer. Siempre de frente, siendo él delante y detrás del foco.

Javi Moreno, junto a su familia

En Tarazona todavía retumba el histórico "Javi Moreno lololololo... Javi Moreno lololololo" que se ha convertido en un himno para sus propios jugadores. Porque su éxito no ha sido ascender, su éxito ha sido el de siempre, ganarse el respeto y la admiración de todos los que han estado cerca. La carrera empieza ahora. Ya lo dijo Albertini, "Javi, vai tu".