Tan sólo uno de cada 1.800 niños federados consigue llegar a primera división. Y, aunque lo difícil parezca arribar al más alto nivel, permanecer en la élite es aún más complejo. Para ello, el futbolista depende de sí mismo, pero también de una cierta estabilidad y de un buen entorno que los rodee y aconseje.

Nicolás Schiappacasse es el claro ejemplo de un jugador talentoso que quema etapas con una facilidad pasmosa, pero con dificultades para mantener el nivel en la élite y seguir evolucionando. Ahora, el que fue una de las perlas de la cantera del Atlético de Madrid se encuentra en prisión preventiva, con 23 años, imputado por tráfico de armas, receptación y porte ilegal.

Durante el amistoso entre Peñarol y Nacional, equipos uruguayos con gran rivalidad, el 26 de enero, Schiappacasse fue registrado en un control policial que se saldó con los cuatro integrantes del vehículo detenidos después de que los policías incautaran un arma de fuego y munición.

El jugador uruguayo, que milita, cedido por el Sassuolo italiano, en el Club Atlético Peñarol, tendrá que estar en prisión preventiva durante 90 días. Además, según una investigación de la fiscal Ana Dean, Schiappacasse había comprado armas anteriormente, sin autorización.

A los 12 años tuvo su primer representante y fue convocado por la selección uruguaya en múltiples ocasiones, como en la sub 17, donde compartió vestuario con Federico Valverde. Con 15 años, el Atlético de Madrid invirtió 1,5 millones de euros y firmaron un precontrato de cinco años con el joven jugador uruguayo.

Debutó con el primer equipo de River Plate debutó a los 17 años, pero en la siguiente temporada fue cedido al Rayo Majadahonda y sus cesiones continuaron en Italia, en el Parma y Sassuolo, y en Portugal, en el Famalicao.

“Era rápido, elegante, la pegaba bien, podía jugar en varias posiciones... pero tenía el cerebro de un niño de diez años y como tal había que tratarlo. Para motivarlo le poníamos retos”, comentó uno de los responsables de la academia rojiblanca a Primera Plana.