Decía Marisol que la vida es una tombola y el fútbol, como la existencia, da muchas vueltas. A una montaña rusa de goles y resultados se subieron Betis y Barcelona en el partido que cerraba la jornada, con conocimiento culé de que el Real Madrid había hecho los deberes anteriormente en El Sadar.

El Betis salió valiente y decidido a por el partido ante su afición y a los seis minutos de encuentro se adelantó en el marcador después de que Canales anotase un penalti señalado por mano de Lenglet en el área. Poco duró la alegría verdiblanca cuando Messi, en un pase con copyright, sirvió en bandeja un balón de lujo a De Jong para que definiese solo ante Joel Robles.

A pesar de la cantidad de centrocampistas congregados en la medular, el juego carecía de jerarquía y posesión fija, mientras que las ocasiones se sucedían en ambas áreas hasta que Fekir, en un contraataque tras pérdida de Vidal, volvía a poner a los de Rubí por delante en el luminoso. Poco después, la parroquia bética reclamaba la segunda tarjeta para Sergi Roberto, que no creyó punible el colegiado.

El correcalles al que asistió el público podía deparar lo que finalmente se consumó: un partido trabado, con una macedonia de faltas y una baraja de tarjetas para cada equipo. Precisamente, en una falta aislada sobre la bocina del final de la primera parte supuso el empate blaugrana con la firma de un poco habitual al gol: Sergio Busquets.

En la segunda mitad, el encuentro perdió toda la poca cordura que le quedaba y, de nuevo con asistencia milimétrica de Messi, Lenglet daba la vuelta al partido y confirmaba la remontada culé. Sánchez Martínez se vistió de protagonista y Fekir, desquiciado al ver que el partido se le escapaba a los sevillanos, tuvo sus desavenencias con el colegiado, lo que le supuso una doble amarilla que le mandó al vestuario.

Al igual que con el primer gol del Betis, el Barça ponía las tablas en los protagonistas sobre el césped y Lenglet veía la segunda tarjeta amarilla, dejando un partido con muchos huecos que ningún equipo supo aprovechar para modificar el resultado antes del pitido final del árbitro.

Así, el Barcelona se llevó los tres puntos del Villamarín en un partido repleto de goles y polémica a ambos lados de la medular, a pesar de que el elenco de Rubí murió de pie y a orillas del área azulgrana.