Se ha vuelto a repetir. 74% de posesión. 867 pases con un 92% de acierto. En esta ocasión, hubo más ocasiones que contra el Granada y el Ibiza, pero el resultado ha sido incluso peor.

El FC Barcelona ha perdido en Mestalla contra un atinado Valencia CF (2-0) que incluso ha fallado un penalti en la primera parte. El primer síntoma de la enfermedad para el Barça fue la primera parte, unos 45 primeros minutos en los que Ter Stegen fue, sin duda, el mejor jugador azulgrana.

El portero se encargó de tapar las carencias de un Barça que ni llegó a portería ni se molestó en ello. Paró el penalti a Maxi Gómez y detuvo todo lo que le llegó a su portería. La segunda parte, con 0-0 en el marcador, se vio a un Barça mucho más vertical, con Messi como líder indiscutible.

Messi, cabizbajo tras el gol de Maxi Gómez en Mestalla

De las botas del argentino salieron todas las ocasiones del equipo azulgrana, los cuatro tiros a puerta con los que acabó el FC Barcelona en Mestalla, por debajo de los cinco que realizaron los de Celades en el encuentro.

Pero el fútbol da segundas oportunidades, que se lo digan a Maxi Gómez. El delantero fue el líder de las arremetidas del Valencia, marcando el gol que cerraba la victoria ché.

La peligrosa nostalgia

Hasta en faltas 'ganó' el Barça, con 16 por las 13 que hizo el Valencia. Los datos son fríos y contundentes. La vía del pase no da la felicidad. La dio en su día, con Guardiola, Xavi, Iniesta, Alves... y con Messi, siempre con Messi. El '10' es el único capaz de mantener la idea de que todo pasa por el dominio del balón, pero en cuanto se abandonó esa idea, se vio al mejor Barça.

Quizás sea el momento de dejar la nostalgia atrás, dejar de pensar que ese momento volverá, ver hacia adelante, nunca a los lados ni hacia atrás. Porque al Barça, igual que con sus pases, le cuesta encontrar su nuevo camino, una dolorosa reconversión.

Por el momento, el coliderato con el Real Madrid corre peligro, una cuarta derrota en Liga que hace mucho daño a un Setién que, pese a acabar de llegar, ya está puesto en duda por un estilo que ni vence, ni convence.