Un sueño. Eso era. Un sueño a cumplir. Un sueño que convertir en realidad. Un sueño que es, desde ya, un hecho. Porque para muchos y muchas los sueños sueños son. Y sí, ahí se quedan. Ahí terminan. Empiezan al cerrar los ojos y acaban al abrirlos. Pero no, para España no. Para España, para la Selección, el Mundial no podía quedarse solo en un sueño. Para España, para la Selección, el sueño debía se real. Un sueño que, con trabajo, esfuerzo y talento, han convertido en un hecho.

Han convertido en historia del fútbol. Del deporte. Tanto aquí como en el resto del mundo. Porque este día 20 de agosto es lo que es. Es lo que fue el 11 de julio en Sudáfrica. Es historia. Así de claro. Así de simple. Es un día que se recordará para siempre. Que se recordará como el día en que España, la España de las Bonmatí, Carmona, Paralluelo, Putellas, Hermoso y compañía lo cambiaron todo.

El día en que el fútbol femenino puso en pie a todo un país. El día en que sacó a la calle a muchos y a muchas a pesar de los 40 grados a la sombra. El día en que Olga Carmona se convirtió en leyenda, como cada una delas "23 Balones de Oro" de la Selección entrenada por Jorge Vilda.

20 de agosto, Sidney

En Australia, en Sidney, se coronaron como las mejores del mundo. Completaron su sueño. Su viaje. Su hermosa trayectoria por el continente oceánico. La comenzaron ante Costa Rica. Continuaron ante Zambia y sí, cayeron contra Japón. Pero lo hicieron para volver a levantarse. Para alzarse. Para ganar todo desde entonces.

Suiza, Países Bajos, Suecia... y finalmente Inglaterra. La todopoderosa Inglaterra. Sí, las británicas fueron las últimas en capitular ante España. Ante un combinado que, no olvidemos, lleva tan solo tres participaciones en copas del mundo. Como dice el dicho, a la tercera fue la vencida.

Las inglesas no fueron rival. Asustaron con un disparo al larguero de Daly, pero a partir de ahí España se adueñó de Sidney. Alba Redondo tuvo la primera. Salma Paralluelo empezó a hacer auténtico daño por la izquierda. Y, de repente, Olga Carmona.

De repente, la capitana. La lateral. La jugadora del Real Madrid. Mariona Caldentey puso la calma en el 28. Paró el tiempo. Esperó a la andaluza. Vio cómo llegaba. Cómo entraba cual cuchillo por la zurda. La puso en la gatera. Imposible para Earps.

Sufrimiento... y fiesta

A partir de ahí comenzaba la cuenta atrás. De 60 minutos. Cada uno que pasaba era uno menos que quedaba para el pitido final. Pudo llegar el 2-0. Y en no pocas ocasiones. Salma, Aitana, el penalti marrado por Jenni Hermoso... pero no. No llegó. Había que sufrir. Hasta el final. Como en las grandes historias. Como en las grandes gestas.

Acabó, con Cata Coll con la bola tras un córner botado por Inglaterra. Sí, así acabó. Con sufrimiento. Así acabó al menos el partido, porque no terminó todo ahí. Quedaba recoger la copa. Quedaba recoger el Mundial. Quedaba cantar, bailar, celebrar, abrazarse... y quedaba ver a la reina Leitizia como una más de la Selección.

Sueño cumplido

Ya tienen la primera. La primera de ojalá muchas. La más especial, seguramente. La que ha puesto a todo un país en pie. La que tiene a la Selección con su estrella. Con una estrella que lucen y que compartirán con España. Porque ya vienen de camino. Porque las campeonas, las campeonas del mundo, ya vuelan a Madrid. Con el Mundial. Con un sueño cumplido. Uno que nosotros vivimos como os contamos más abajo.