No acaban las Ligas en noviembre. Ni en diciembre, por más distancia que pueda haber entre el primero y el segundo, o entre el primero y el tercero y el cuarto. Dos semanas han pasado para que el Barça haya sumado solo dos de seis puntos jugados y para que la distancia con respecto a sus perseguidores se pueda ver drásticamente reducida. Todo porque el Celta, el Celta de Unzué, rascó un empate en un Camp Nou en el que el Barça lo había ganado todo en el torneo doméstico desde hace casi un año.

Al minuto de partido ya hubo hasta un cambio. Fue por lesión, la que sufrió Sergi Gómez en una pugna con Luis Suárez. Y es que en el Camp Nou, para amenizar la tarde, o la mañana, según se mire, no hubo momento para el pestañeo. El balón rodaba rápido por el verde y los dos equipos tenían claro qué hacer.

Sin embargo, al comienzo lo tenía más claro el Celta, que evitó que el Barcelona se moviera con soltura por mediocampo y que pudo tener el balón en su poder lo suficiente como para causarle daño al equipo de Valverde. Los celestes estaban mejor plantados en el Camp Nou, y recogieron el fruto de su trabajo en el 20.

Iago Aspas y su gol despertaron al Barça

Se movió bien Iago Aspas en ataque, dejando en evidencia a un Piqué que se quedó enganchado mientras Umtiti tiraba bien la línea de fuera de juego. El gallego se la puso a Maxi Gómez para que Ter Stegen se luciera con un paradón enorme, pero el rechazo le cayó al de Moaña que no falló para poner el 0-1.

Y para despertar a la bestia, porque el Barça jugó un fútbol maestro a partir de entonces tanto en defensa como en ataque. En el primer apartado, con una asfixiante presión que pudo con los intentos celestes para salir de la cueva. Y en el segundo, con un Messi enorme liderando la ofensiva. El argentino, a los dos minutos del tanto de Aspas, hizo la igualada con una gran definición ante Rubén Blanco.

Suerte para el Celta que el partido llegó así al descanso, porque aunque tuvieron ocasiones el Barcelona fue mejor. Paulinho tuvo una de cabeza, y sus llegadas desde segunda línea resultaron un incordio para la zaga viguesa. Y Suárez incluso marcó, pero el línea levantó la bandera por un inexistente fuera de juego.

No le anularían el 2-1. Tardó, pero lo logró. Primero probó Paulinho, que se fue de todos los que le salieron al paso pero cuyo tiro se marchó fuera por poco. Y luego Messi haría de las suyas. Excepcional pase, de mago, para Jordi Alba y para que este se la cediera a Suárez. El gol fue suyo... pero gran parte de la culpa de que eso acabara con final feliz fue del astro argentino.

Del 3-1 al 2-2... y a la lesión de Umtiti

Le costó entrar en juego en el segundo acto, pero cuando lo hizo todo era peligroso. Ese pase fue muestra de ello, y también un remate de cabeza que exigió a Rubén Blanco un sobreesfuerzo. La tuvo ahí el Barça para el 3-1, pero lo que llegó fue el 2-2 y la lesión de Umtiti. El francés se rompió en una carrera con Aspas, que le puso el cuero atrás para allanar el camino a Maxi Gómez ante el omnipotente Ter Stegen.

Mientras, Messi seguía a lo suyo. Un pase maestro hacia Piqué casi pone el 3-2, pero el tiro de Gerard se marchó al palo. Y Paulinho también tuvo una volea desde el punto de penalti que se fue por muy poco fuera de la red del arquero celeste. Sin Rakitic, y con Alcácer, el Barcelona buscaba el gol del triunfo cuando apenas quedaban 10 minutos para el final.

El crono corría. La tuvo Messi, y luego Ter Stegen salvó una clara de Sisto. Las ocasiones se sucedían y el balón seguía en movimiento rondando el arco de Rubén Blanco. Las amarillas, o por perder tiempo o por faltas tácticas, llegaban una tras otra para un Celta que saboreaba el empate... y que terminó degustando y disfrutando. La Liga sigue su curso.