Las despedidas duelen. Duelen mucho. Y si son tristes, si no son como uno espera que sean, duelen más. El adiós de los derbis ligueros en el Calderón destrozó al Atlético, porque el Real Madrid jugó con el Atlético como hacía tiempo no sucedía. Isco, estelar, y Zidane con su planteamiento se comieron a un equipo horrible, hundido y humillado en su propio feudo por su gran rival tras caer por 0-3 con un hat trick de Cristiano. Tras ver cómo se quedan casi fuera de la lucha por la Liga en la jornada 12. Y lo peor para el Atleti, más que todo eso, es la imagen ofrecida.

Dicen, sobre todo en los 'círculos' del Atlético, que gana quien cree más en lo que hace. Quien tiene más confianza en su idea de juego. En el derbi, al menos durante toda la primera parte, el Real Madrid creía más. El Real Madrid tenía más fe. Y el Real Madrid fue superior a su rival. No por someter a Oblak a un acoso y derribo, sino porque se jugó a lo que ellos querían jugar. Con el cuero, posesión y balones a Isco; sin él realizaban una presión pocas veces vista en los de Zidane durante este curso.

Así fueron mejores. Mucho mejores. Salvo durante cinco minutos, el Real Madrid tuvo atado de pies y manos al Atleti. Avisó Cristiano, con un cabezazo que él vio dentro y que es complicado de explicar cómo hizo Oblak para sacarlo. El luso no fallaría por segunda vez, o sí, dependiendo del cristal con el que se mire. Ronaldo disparó un libre directo que golpeó en la cadera de Savic y que, manso, se coló en el arco rojiblanco. Cero a uno, justo cero a uno para lo que se estaba viendo en el campo.

Los del Cholo eran incapaces de reaccionar. Mala presión, llegando siempre tarde a donde querían y tenían que llegar. Y mala posesión, siendo esta estéril y sin apenas profundidad. Tan solo unos leves destellos de Carrasco, daban esperanza a la parroquia del Calderón. Pero no, era solo uno contra once, y los once madridistas estaban siendo superiores. Estaban sintiéndose superiores. Su dominio era total y absoluto.

Reacción rojiblanca... y penalti de Savic

Algo había que cambiar. No en lo referente a nombres sino a juego si el Atlético quería ganar o sacar algo positivo del último derbi liguero del Vicente Calderón. Al menos durante 10 minutos, los del Cholo salieron a comerse al Real Madrid, pero enseguida el cuadro de Zidane, bien ordenado siempre en defensa, se hizo con el cuero para frenar por completo el ritmo eléctrico que quería poner el cuadro local. Y así, todo volvió a su cauce. Al cauce de la primera mitad. A lo que quería un equipo que ya iba ganando.

Y que ganaría por 0-2. Un penalti de Savic a Cristiano, dudoso quizá, terminó con el luso anotando su segundo tanto con el cuero parado engañando por completo a Jan Oblak. Jarro de agua fría en el Calderón, pero era un jarro de agua fría que, al igual que con el primero, hacía justicia a lo que se estaba viendo sobre el césped. En pocos momentos el Atlético transmitió seguridad en su juego, en su idea.

El tercero llegaría a la contra, con un Atlético que no estuvo. Un Atlético desconocido, o quizá ya conociendo que los mejores tiempos ya han pasado viendo los últimos duelos disputados en Liga, con enorme vulnerabilidad atrás y sin apenas chispa. Bale y Cristiano se bastaron para destruir a los rojiblancos a falta de 15 minutos. El hundimiento en el Calderón era total.

El Calderón echa el cierre a los derbis ligueros

Triste despedida de los derbis, al menos en Liga, la que brindó el Atlético de Simeone a su propia afición. Por el resultado, 0-3 ante su gran rival, y sobre todo por una imagen que dista mucho de lo que se espera de ese equipo viendo la historia reciente. El Real Madrid, con un Isco que sobresalió incluso más que los tres goles de Cristiano, se bastó para liquidar al Atleti y para dejarle casi K.O. en la lucha por la Liga.