Fueron tan solo 45 minutos, pero el Barcelona para haberse reencontrado consigo mismo tras visitar la siempre complicada plaza del Sánchez Pizjuán. Una segunda parte que sirve para recuperar moral y sensaciones, y que llega justo en el momento clave sabiendo que en una semana tienen nada más y nada menos que dos Clásicos ante el Real Madrid. Y en uno de ellos está en juego estar en la Copa del Rey...
Palabras mayores, sin duda. Como palabras mayores es hablar de Lionel Messi. Es de este mundo, pero a veces no lo parece. Sí, en ocasiones baja a la Tierra como en los partidos ante la Roma de la pasada temporada, pero cuando es él sin duda está en otra dimensión al del resto de futbolistas. Tras superar su lesión, que se produjo ante el Betis, fue contra el Sevilla cuando dejó claro que ya está al cien por cien.
Todo, absolutamente todo lo que generó el Barcelona, paso por él. Los goles, cuatro, tienen su firma ya sea porque fue él quien los marcó o porque los dio él. El Sevilla jugó un buen partido, pero se encontró con un Messi que se bastó para dar la victoria a su equipo. Sí, como suele pasar. El Barça son él y diez más en muchas ocasiones, y con eso es suficiente.
Golazo para empezar el recital y para dar el 1-1 a su equipo. Luego, igual para hacer el 2-2 con un buen derechazo, su pierna 'mala' por así decirlo. Para terminar, picadita con calma ante Vaclik en una jugada en la que es difícil mostrar más sangre fría y asistencia para el 2-4 definitivo de Luis Suárez.
Y mientras Messi está de vuelta, el '9' del Barcelona se ha reencontrado con el gol. No con su mejor versión, pero sí con la portería rival. Dembélé sigue buscándose tras su lesión, dejando destellos de lo que ya ha demostrado que puede hacer. Eso sí, no todo es positivo para un Barça que debe enganchar, o reenganchar, a dos piezas que están empezando a dar señales de preocupación.
La primera es Arturo Vidal. A veces bien, a veces mal. Así se puede describir la temporada del chileno. En ocasiones, pegamento y llegada. En otras, fallos en los pases y en las recepciones. Esta segunda versión es la que más tiempo se lleva viendo, y es la que incluso llegó a desesperar a sus propios compañeros en Sevilla. Valverde le cambió al descanso.
No así a Phillipe Coutinho. Más preocupante es este caso, porque el brasileño fue en su día uno de los mayores objetos de deseo de los culés y no fue precisamente fácil, ni barato, sacar de Anfield al por aquel entonces jugador del Liverpool. Desconectado del juego, con ideas simples con el cuero en su poder y sin gol ni verticalidad. Mucho trabajo, anímico sobre todo, el que necesita el 7.
Porque aunque Messi es capaz él solo de minimizar, o incluso de ocultar, los males que arrastra el Barcelona, él es tan solo un jugador. El mejor, pero tan solo un jugador en un deporte de once contra once. Y en los Clásicos no tendrá frente a él a unos cualquiera, sino a los tres veces campeones de Europa de forma consecutiva. Se vienen partidazos para cerrar febrero y para abrir marzo.