Ya lo avisó Simeone, y desde luego el Atlético cumplir está cumpliendo. No se iban a rendir. No iban a tirar la toalla. No iban a dejar de competir. Y sus pupilos están siguiendo su libreto a la perfección. Luchando como si estuvieran a dos puntos del Barcelona, los rojiblancos se impusieron al Valencia por 3-2 en un espectacular partido bajo una intensa lluvia en el Metropolitano.
Y es que quizá LaLiga sea casi imposible, pero el escudo, el orgullo, el coraje y la brega, más aún delante de su afición, no es algo que el Atlético negocie. Los rojiblancos ya ganaban de hecho cuando ni se habían cumplido diez minutos de juego. Fue Morata, quien pescó de primeras un gran centro desde la derecha en una buena acción ofensiva de los de Simeone.
Estaban comodísimos los rojiblancos. Dominando el balón y también el partido. Presión intensa y juego rápido y fluido con un Lemar por la izquierda que se movió como pez en el agua por fin con la elástica colchonera puesta. Rodrigo, imperial en el centro del campo, como siempre. Pero frente a ellos estaba el Valencia, y el Valencia se está jugando entrar en Europa, en Champions más bien, en una misión que parecía casi imposible en enero y que ahora no es tan utópico.
Se estiraron los de Marcelino. Y Santi Mina hizo algo que de hacer otro futbolista estaría llenando portadas de diarios de medio mundo. Un tremendo sombrero a Godín fue el preludio del gol de Gameiro para firmar el empate con el que el encuentro es fue al descanso.
Tras él, otra vez se puso el Atlético por delante. Antoine Griezmann fue el autor del 2-1, con un centro medido de Lemar y un remate de cabeza que dejó retratado a Gayá. Estaba lejos, muy lejos el francés, pero con su movimiento le comió la tostada al lateral valencianista. Claro que había tiempo por delante...
Y VAR mediante marcó Parejo. Mano de Saúl en el área. Clara. Revisión y penalti posterior. Ajustó el capitán che el tiro, aunque Oblak estuvo cerca de hacer una de esas paradas típicas del mejor del mundo. Dejó un par de ellas de hecho, al igual que Neto, aunque éste último nada pudo hacer con el latigazo de Correa que, a falta de diez minutos, puso el 3-2.
El definitivo 3-2. Con el que se llegó al final del encuentro y con el que, a día de hoy, el Barcelona sigue sin poder cantar el alirón. Están cerca, pero el Atlético ni mucho menos se ha rendido tras caer en el Camp Nou y ha sumado victoria tras victoria en cada partido disputado. Por honor, por orgullo, por su afición y por su escudo. Porque hay cosas que cuentan tanto o más que un título.