La etapa reina de la Vuelta a Eslovenia vivió uno de los momentos más surrealistas de la historia del ciclismo. Rafal Majka y Tadej Pogacar, del UAE Emirates, llevaron de la mano a meta firmando una victoria compartida... pero antes pasó algo inesperado.

Y es que los corredores se jugaron la victoria a la antigua usanza. Polaco y esloveno se echaron un piedra, papel o tijera para saber quién de los dos era el que entraba primero a meta.

Fue un dominio total y absoluto de Majka y de Pogacar. El primero llegó como ganador, tras el curioso formato usado para decidir la victoria, mientras que el segundo sentenció en la ronda eslovena para dar un nuevo aviso de cara al Tour de Francia.

No hubo oposición alguna. Subieron juntos, como compañeros y amigos, los 7,7 kilómetros al 8% del puerto a meta. Fueron dando palmadas y abrazándose.

Los demás comenzaron a llegar a los 22 segundos, y Pogacar logró el triunfo en la general con 3 segundos de ventaja sobre Majka.

El ataque llegó a 8 kilómetros de meta. No fue excesivamente demoledor dicha ofensiva, pero su ritmo fue suficiente para que ninguno pudiera seguirles.