El Martín Carpena de Málaga se vistió de gala para celebrar la gran fiesta del baloncesto español. El Real Madrid, comandado por un inteligentísimo Facundo Campazzo, deleitó a los presentes con su mejor versión. Comenzó y terminó el partido por encima en el marcador de un Unicaja que acusó el esfuerzo físico en competición copera de los últimos días, reflejado principalmente en la figura de Jaime Fernández, que tuvo que retirarse del parqué en el segundo cuarto lesionado.
Durante el primer cuarto, el Madrid empezó arrollando, comandado por el 'Facu' y Carroll, dando cuenta de una notable solidez defensiva fruto del intenso marcaje al hombre que propusieron los de Laso, logrando una diferencia de trece puntos con respecto al cuadro andaluz en los primeros diez minutos.
Antes del ecuador del partido, Unicaja seguía fallando en el plano anotador y, sobre todo, desde la línea de tres, con un global de 1/10 en triples antes del paso por vestuarios. A pesar de llegar a perder de 21, Darío Brizuela se enfrentó al Goliat blanco y, tirando de orgullo, no dejó que Unicaja se descolgase del todo en el luminoso del Carpena, finalizando la primera mitad de la contienda con un 28-43 a favor del Real.
En la segunda parte del encuentro, la tónica del partido siguió siendo la misma y el conjunto blanco, mucho más sosegado dada su ventaja, comenzó a gustarse y a ampliar la misma con un Jaycee Carroll inspiradísimo en los triples y con la contundencia marca de la casa de Tavares. A pesar de que la final parecía estar vista para sentencia, la grada de Unicaja no cejó en su empeño de animar al cuadro malagueño, que terminó la final casi sin gasolina.
De esta manera, el Real Madrid se vuelve a poner la corona de la Copa tras vencer a Unicaja por 68-95, sumando su 28º título en esta competición, la séptima bajo las órdenes de Pablo Laso, tras cuatro días de intensidad copera vividos en Málaga y un torneo de ensueño.