Se veía venir. Después de la pitada a Nikola Mirotic en su vuelta al WiZink Center con la camiseta del Barcelona, en la final de la Supercopa el feudo madridista le ha recibido con una mayor sonoridad en su música de viento en el primer encuentro que el hispano-montenegrino ha jugado ante el Real Madrid.

No hacía falta tan siquiera ver el partido para saber cuándo tocaba la pelota Mirotic. Desde que sonó su nombre, el público presente en el pabellón blanco se dejó la garganta para recibir a su exjugador de una forma que posiblemente él ya se esperase.

El pívot, después de decir en el Real Madrid que no jugará jamás en el Barça, probó en la NBA y jugo para franquicias como los Bulls y los Bucks, finalistas esta temporada de la conferencia Este. Tras esta temporada, Mirotic se fue al Barcelona.

El típico 'nunca digas nunca'. La típica hemeroteca que persigue a muchos para recordar cosas dichas o hechas en algún momento que van en contra con las que se dicen y se hacen ahora. El madridismo, no cabe duda, no ha perdonado a Mirotic el hecho de haberse ido al eterno rival.