Ibaka se ha llevado el trofeo de campeón de la NBA al Congo y no a un sitio cualquiera. Desde mendigar las sobras hace 15 años hasta volver como un campeón de la NBA para comer una comida completa en el mismo restaurante.
El hispano-congoleño ha vuelto a las calles que le vieron crecer con sus vecinos, unos vecinos que hoy le admiran.
Ha vuelto al mismo restaurante donde hace años tenía que mendigar orgulloso de sus orígenes. Porque para Ibaka, cualquier cosa es posible.