Caminar por una cuerda a gran altura, desafiando la gravedad, los elementos climáticos y con el objetivo de realizar distintas acrobacias en el centro de la longitud de la cuerda.

Se trata del Slackline, la modalidad más extrema del funambulismo, ya que se practica con una cuerda más estrecha y flexible, por lo que se balancea, haciendo más complicado mantener el equilibrio.

El reto no es cruzar de una punta a otra, es poder realizar las piruetas, incluso con los ojos tapados. Todo tiene sus riesgos, ya que hasta lo más expertos pueden llevarse un susto, como se ve al final del vídeo.