Al consultorio de Elena Francis durante el franquismo llegaban preguntas de todo tipo: "Mi marido empezó a venir a deshoras por la noche y yo naturalmente sospechaba de él". Preguntas que ella respondía así: "Usted debe comportarse como si no hubiera ocurrido nada".

Durante más de 30 años millones de oyentes enviaron cartas a este programa que luego eran locutadas. Pedían consejos sentimentales, de belleza y de violencia de género: "Cuando yo contaba 9 años mi cuñado se aprovechó de mi curiosidad sexual para hacer que yo perdiera mi pureza".

"Elena Francés le decía que se tenía que confesar porque ella había pecado y porque había pecado una parte de la culpabilidad era suya. Era la única válvula de escape para una mujer maltratada. No les decía 'abandona el hogar' sino todo lo contrario, aguanta", explica Armand Balsebre, coautor de 'Las Cartas de Elena Francis'.

"Tenía un poder de persuasión increíble para legitimar las normas de conducta que tenía que seguir la mujer en la dictadura", apunta Balsebre.

Un libro cuenta ahora esta historia, después de haber encontrado un millón de esas cartas en una masía, la mayoría escritas por criadas o modistas ingenuas que ya no quedarán en el olvido.