Sobre el escenario, y bajo una enorme cabeza esculpida, aparece un peculiar Federico García Lorca. Entre el público, Bernarda Alba, convertida en hombre, con la piel de Eusebio Poncela. El actor asegura que va a hacer "la mejor Bernarda Alba de la historia, con un buen paquete". Los hombres han ocupado el lugar de las mujeres en esta nueva versión de la casa de Bernarda Alba.
El objetivo es que ellos sientan ahora la opresión y el machismo que ya denunciaba Lorca en 1936. "Hay una parte de responsabilidad que tengo como hombre (no culpa, pero sí responsabilidad), de ser parte de un género que ha sido opresor", explica Jaime Lorente, que interpreta a Adela en 'Esto no es la casa de Bernarda Alba'.
La puesta en escena se ha modernizado, pero el discurso feminista de Lorca sigue siendo, por desgracia, tan necesario como hace 80 años. Carlota Ferrer, la directora tras esta nueva versión teatral, ha rebautizado la obra como 'Esta no es la casa de Bernarda Alba'. "La casa de Bernarda Alba es la Sociedad. No es una casa de un pueblo de Andalucía, la Casa de Bernarda somos todos, porque todos somos víctimas y todos somos verdugos", dice Carlota Ferrer, directora de la obra.
El teatro en su versión más social, como mensaje de igualdad entre hombres y mujeres. "Quizá la diferencia entre una mujer que sea maltratada o que lo sea un hombre es que el hombre acaba en un sillón del psicólogo y la mujer en una tumba. Es más importante", asegura Llorente. Lo importante de esta adaptación lorquiana es precisamente eso, que su discurso es feminista.
Lo cuenta la escritora Celia Santos
El 'Plan Marta', el "cruel" programa de Franco y la Iglesia para repoblar Australia con mujeres españolas blancas
En los años 60, cientos de mujeres fueron enviadas a las antípodas con el objetivo de repoblar el país, como cuenta Celia Santos en la novela El país del atardecer dorado.