Que lo que dios ha unido no lo separe el cine. La boda entre Winona Ryder y Keanu Reeves en Drácula es tan real como la vida. Francis Ford Coppola la rehízo al final del rodaje porque veía que la que ya tenía no parecía de verdad, así que contrato a un cura ortodoxo rumano. Se dieron el sí quiero, Keanu beso a la novia y la pareja lleva casada 25 años. Acaban de cumplir sus bodas de plata, aunque los dos actores lleven años sin verse.

El cine a veces necesita esa realidad que intenta imitar. Todo el mundo sabe que a Indiana Jones le dan miedo las serpientes pero a Harrison Ford no, aunque el actor no tuvo que estar muy tranquilo entre 9.000 de ellas. Eso sí, seguridad ante todo entre Indiana y la cobra había un cristal.

Muchas veces los directores hacen algo inesperado sin que lo actores lo sepan para tener una reacción realista como en Alien. Ridley Scott rellenó el cuerpo de John Hurt de tripa de sangre falsa sin que el resto del grupo lo supiera. Así, cuando el alíen salía a saludar, el asco y el susto fueron auténticos.

Hitchcock también era de hacérselas pasar canutas a sus actores. En Los Pájaros aseguro a Tippi Hedren que no usaría aves reales en sus planos cerrados pero lo incumplió en todas las escenas.

Pero los que vivieron un rodaje de susto en susto fueron los protagonistas de El Exorcista. William Friedkin les mantenía en tensión continua para perpetuar ese ambiente en el rodaje . Les disparaba con armas de fogueo de vez en cuando y les mentía. A Jason Miller, el famoso padre Karras, le dijo que apenas se mancharía en una escena: se puso perdido de puré de guisantes y se fue a su camerino con un cabreo tan terrorífico como la propia película.