Uno no espera que ocurra pero, de vez en cuando, los toros saltan. Desde varios ángulos se ve cómo el toro se pasea unos metros por el callejón y vuelve al albero. Pero parece que le ha cogido el truco. En el segundo salto, rebasa la segunda barrera y acaba en la calle. De repente la capea se convierte en encierro.

La agilidad del animal saltando sólo es comparable a la de la gente huyendo. Algunos se arrojan de cabeza al suelo sin importarles la caída. El miedo puede más que el sentido común. Con el toro de vuelta al redil, algunos vuelven a su sitio en el callejón, justo a tiempo para que el toro les pase por encima.

De lo que hizo el toro por el pueblo, sólo hay imágenes de abollones de embestir un coche. Luego se largó campo a través. Estuvo trotando al atardecer y se dio un baño de libertad en el río. Le han capturado por la mañana.12 horas de libertad.