A la incapacidad de sentir placer se le llama 'anhedonia'. Pocas personas utilizan esta palabra, pero Woody Allen sí y ese fue el título original que eligió para el clásico que hoy conocemos como 'Annie Hall'. Un nombre mucho más comercial inspirado en el mote y el apellido real de su protagonista, Diane Keaton.

Decisiones que se basan en la proyección comercial del film, porque 'Los asesinatos de la puta marcada' sonaba demasiado brutalmente honesto para una película que acabó llevándose cuatro Oscars como 'Sin perdón'. ¿Pero qué se le estaba pasando por la mente al guionista?

Eso mismo debió de pensar Steven Spielberg cuando le llegó el guión de 'El astronauta de Plutón'. Llamó a los estudios Universal para agradecerles el chiste, ellos captaron el mensaje y cambiaron el nombre a 'Regreso al Futuro'.

3.000 dólares son los que se gasta el personaje de Richard Gere en la bella Vivian en 'Pretty Woman'. Una oda al consumismo que se exaltaba aún más con la decisión de poner esta cifra directamente como título. Al final Disney lo cambió por considerarlo algo más de ciencia ficción que realista.

Una sabia decisión que va en sintonía con la que acabó tomando James Cameron cuando simplificó el nombre de 'El barco de los sueños' hasta convertirlo en el que todos conocemos: 'Titanic'. A veces, menos es más.

Otras veces un título largo y honesto sirve para llamar la atención de la productora. Esa fue la estrategia que siguió el guionista de 'American Pie' cuando llamó a su guión 'Comedia sexual adolescente que puede hacerse por menos de 10 millones de dólares, que el lector va a amar pero los ejecutivos van a odiar'.

También es importante revisar la ortografía. 'El mañana nunca muere' es fruto de un fallo: escribieron "muere" en el guión cuando en realidad querían poner "miente". A la Metro-Goldwyn-Mayer le pareció un error afortunado.

Y es que, a veces, una segunda opinión es muy necesaria.