Francia
El poder de un chaleco fluorescente para hacerse invisibles: así perpetraron cuatro hombres el robo del siglo en el Louvre
Los detalles El reciente robo en el Museo del Louvre ha dejado atónitos a todos. Con chalecos reflectantes y herramientas comunes, los ladrones lograron burlar la seguridad del museo más famoso del mundo en una operación tan audaz como aparentemente rutinaria.

El robo más extraordinario y del que nadie deja de hablar en estos días pareció, durante casi todo el tiempo, un asunto de lo más ordinario. Los ladrones llegaron al Louvre con un montacargas y chalecos reflectantes. Como si fueran trabajadores normales, colocaron conos para cortar el tráfico, desplegaron una escalera sin problema y subieron al primer piso, donde se encontraban las joyas. Todo parecía tan normal como si se tratara de dos obreros aburridos trabajando en un domingo gris.
Una vez arriba, abrieron discretamente un boquete en las ventanas con una cortadora de disco, herramienta que también usaron para romper las vitrinas de las joyas. Solo entonces el robo empezó a parecer un robo: amenazaron a los guardias y huyeron con las piezas hacia el exterior, donde los esperaban sus cómplices con dos scooters.
El Gobierno francés reconoció con bochorno el robo y el caos que generó. Cabe recordar que el Louvre tuvo que cerrar sus puertas. "Hemos fracasado", aseguró Gérald Darmanin, ministro de Justicia de Francia. Sin embargo, su compañera, la ministra de Cultura, Rachida Dati, trató de justificar la pericia de los ladrones afirmando que "eran unos profesionales".
Lo cierto es que, para robar en uno de los museos más visitados del mundo, usaron materiales que podrían encontrarse en cualquier ferretería bien surtida, salvo el montacargas. Gracias a los chalecos fluorescentes, pasaron inadvertidos ante la seguridad y los transeúntes, ejecutando uno de los golpes más ingeniosos de los últimos años.
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