La Cámara de Ámbar, cubierta de paneles de oro y piedras preciosas -valorada en cientos de millones de euros- podría ser la octava maravilla del mundo. Se construyó en Prusia en 1701 pero fue regalada 15 años más tarde a los zares de Rusia. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis la robaron del Palacio de Catalina en San Petersburgo y 80 años después su ubicación sigue siendo un misterio, aunque estos tramos de vías y ruedas de vagonetas podrían resolverlo.

Esta sería la entrada a una cavidad descubierta con un georradar, localizada en esta zona de búnkeres donde los nazis instalaron la base para su guerra con la Unión Soviética. Mamerki, en Polonia, fue el enclave donde los nazis se asentaron durante esta época.

Según cuentan los investigadores, esconder este tesoro podría ser la razón por la que sepultaron su entrada. Eso sí, advierten que, aunque se recuperara la cámara perdida sería imposible que volviese a tener este esplendor... porque el ámbar necesita un mantenimiento frecuente que no habría podido tener. De momento, la prioridad de los expertos es conseguir permiso para excavar y poder encontrar el tesoro perdido.