Luces de colores, fuegos artificiales, cañones disparando confeti y pulseras iluminadas en las muñecas de 55.000 personas ya indican que estamos en una gran fiesta, pero si quien la protagoniza es Coldplay la celebración puede alcanzar niveles muy elevados, y eso es lo que ha pasado en Barcelona.
La forma como la banda británica ha iniciado su concierto en el Estadi Olímpic de Montjuïc, con el enorme escenario iluminado de rojo, los cohetes de colores estallando en el cielo y la banda botando al ritmo de 'A Head Full of Dreams', ha sido un anuncio claro de la línea festival que iba a presidir todo la velada.
El concierto ha sido una descarga de energía y buen rollo, con la que el público ha visto recompensada la paciencia que ha tenido que tener para soportar los estrictos controles de seguridad previos, algo que se ha hecho habitual en los acontecimientos multitudinarios desde los atentados de París.
Los asistentes portaban brazaletes, controlados por software, que se iluminan por indicación de los técnicos del equipo de Coldplay han permitido a los presentes ahorrar batería en el móvil, ya que no han tenido que encender la linterna en los momentos emotivos, y además han dado más variedad de colores a la interacción con el público.
Pero el ritmo de la fiesta no la han marcado las luces de colores, sino las canciones, muchas de su último disco, 'A Head Full of Dreams', pero también de los anteriores. El sonido era un tema que preocupaba a más de uno, porque el último concierto de Coldplay en Barcelona, también en el Estadi Olímpic hace siete años, fue un fiasco en ese sentido. Pero esta vez se han desquitado. Todos los instrumentos han sonado bien, todo ha estado en su sitio y Chris Martin ha estado magnífico.
En la segunda canción del concierto, Martin ha cogido una bandera catalana y se la ha colgado de la guitarra y, a lo largo de la noche, la ha recuperado varias veces, bien para ponérsela en el bolsillo trasero del pantalón, bien para colocársela en la cabeza. Un detalle muy bien recibido por el público.
Tras dos horas de fiesta, la celebración ha acabado como empezó, con confeti, fuegos artificiales, felicidad, alegría y el estadio entero saltando al ritmo de 'A Sky Full of Stars'. Y después, 55.000 personas montaña abajo, con las pulseras todavía en sus muñecas y las luces rojas, lilas y amarillas brillando por todo Montjuïc. Memorable.
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