Después de diez años escondido entre andamios y en cuidados intensivos, el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago por fin vuelve a ver la luz. Llevaba en obras desde 2008, una década en la que los restauradores se han afanado para devolverle el esplendor perdido.

El pórtico tiene más de ocho siglos de antigüedad y sus figuras y relieves se habían visto afectados por el paso del tiempo. El proceso de restauración ha logrado la recuperación parcial de los colores con los que fue concebida esta joya del Románico. Las obras se han realizado en varias fases.

"Era un problema la situación en la que estaba la catedral. Había que resolver y estabilizar los materiales para poder conservar lo que quedaba de policromía", ha explicado Ana Laborde, coordinadora de la restauración.

Se empezó con una toma de contacto para diagnosticar el alcance del problema y determinar así, los pasos que había que dar. Además, no se ha escatimado en recursos. Según José María Arias Mosquera, presidente de la Fundación Barrié, "han intervenido 12 restauradores, que han dedicado más de 50.000 horas de trabajo".

Los restauradores han puesto la última tecnología al servicio del arte: ultrasonidos, cromatografías y análisis de temperatura, cualquier aproximación que fuese útil para conocer realmente cómo era en su origen. "Aquí ha habido un antes y un después en lo que significa la investigación científica en los procesos de restauración", ha añadido Arias Mosquera.

Después de diez años de ausencia, el próximo mes de julio el Pórtico de la Gloria volverá a recibir a los fieles, los curiosos y los peregrinos.