"Fortuny fue
excepcional en la historia del arte, del diseño y de la tecnología de finales
del siglo XIX y del siglo XX", ha explicado Guillermo de Osma, historiador
de arte, galerista y autor del libro "Fortuny".
Mariano Fortuny y
Madrazo fue un artista polifacético que dejó su impronta en campos tan diversos
como la pintura, el grabado, la escultura, la fotografía, la escenografía, la
iluminación, el diseño de muebles y lámparas, así como la estampación de
tejidos y la confección de prendas.
Nacido en Granada en
1981, en el seno de una de las familias más famosas de pintores del siglo XIX,
los Madrazos, Fortuny fue educado en un refinado ambiente cultural que alimentó
su curiosidad intelectual y su talento creativo desde niño.
"Se interesó por
muchas cosas, pero siempre consideró la pintura como su profesión",
desvela el autor, uno de los expertos internacionales en la vida y obra de
Fortuny y autor, entre otras, de obras como "Mariano Fortuny 1871-1949"
(1980) o "Mariano Fortuny: Ciencia, arte y diseño" (2013).
Hombre de fuerte
personalidad, tuvo una visión muy particular del arte, "se mantuvo alejado
de las modas y de los movimientos de vanguardia, lo que le hace aún más
extraordinario", dice De Osma, quien cuenta que Fortuny "se inspiraba
en el pasado, pero siempre miraba hacia el futuro, quería innovar".
Con una visión
universalista y no parcelaria ni jerarquizada del hombre y su quehacer,
"Fortuny tenía un arraigado sentido de la tradición y un profundo
conocimiento del pasado que plasmó en su obra, en sus creaciones".
Este artista español y
universal, que tras vivir una época en París, se instaló en Venecia, en el
legendario Palacio Pesaro degli Orfei, revolucionó el teatro con un nuevo
sistema de iluminación, al mismo tiempo que, como grabador, realizaba
ilustraciones inspiradas en Wagner.