Era el único elemento de la Plaza Mayor que no tenía esta distinción. Un lugar de encuentro que ha visto de todo: a Chencho perdiéndose entre sus puestos navideños, a Bob Esponja, músicos, y también, sí, pelucas de todo tipo.
Lleva más de 200 años en una plaza que comenzó como confluencias de caminos a las afueras de la villa media y mercado principal.
Pero hasta que llegó aquí la figura ha ido a caballo de un sitio a otro. Comenzó en los Jardines del Alcázar de Madrid , viajó en 1617 a la Casa de Campo frente al palacete de los Vargas. Estuvo dos siglos allí, hasta que llegó a El Pardo. En 1846 la trasladaron a la que hoy es su casa, la Plaza Mayor.
Aun así, fue retirada porque no querían realezas en la Primera República y fue recolocada con la Restauración borbónica en 1875.
En sus cuatrocientos años de vida ha sido testigo de incendios, sufrió un atentado en 1931 con explosivos que introdujeron por la boca del caballo y que decapitó al rey. Por eso, y por si caía alguna bomba, fue protegida durante la Guerra Civil.
1.000 metros cuadrados y en el centro Felipe III que ahora, protegido de otra manera, reinará en esta plaza para siempre.